Seguro que los conoces. Quizás no porque hayas querido conocerlos realmente, pero sí que se hacen notar.
¿A quién no le ha pasado que, caminando por aquellos secos senderos precordilleranos de la zona central de Chile, de pronto sientes un dolor punzante en el tobillo?
Te agachas a ver qué pasa y ahí está él: un pinchudo entre el calcetín y la zapatilla, y al momento de querer sacarlo, te das cuenta que con sus compañeros ya han colonizado también tus cordones.

Abrojos, amores secos, clonquis, pimpinelas y cuánto nombre se le ha dado a estos seres que lo único que buscan es crecer en más sitios, esparcirse, reproducirse todo lo que sea posible para sobrevivir. ¿El método? ser zoocoros, es decir viajar pegado en el pelaje de los animales, o en su defecto, de los seres humanos que se aventuran a campo traviesa en busca de … quién sabe qué.
Hay muchísimas variedades de estas plantitas, hay varias especies son exóticas para nuestro país, sin ser invasoras, sólo maleza como la Xanthium cavanillesii que el pueblo mapuche llamaba Clonqui y que seguramente viajó con animales y humanos desde otras latitudes del continente, donde sí son nativas.

Estos últimos se distribuyen desde la región de Atacama hasta la región de Biobío, y son consideradas malezas anuales (que quiere decir que tendrás que aguantarlas sólo una vez al año) osea, ahora.

Por otro lado, también podemos ver las famosas pimpinelas (Acaena pinnatifida) estas sí que son nativas y son las más comunes de ver en los cerros no tan altos. Crecen a ras de suelo, alcanzando unos 30 cms aproximadamente.

Por lo general, esas detestables amiguitas crecen en las laderas con exposición norte y se encuentran tanto en la línea del bosque como muy por encima de ella. En la cordillera de la Costa, por ejemplo, alcanzan los 2.000 msnm.

Puede resistir muy bajas temperaturas (hasta -20ºC) y pasar hasta 8 meses bajo la nieve. Abarca desde la región de Coquimbo hasta Magallanes.
La mayoría de estas plantas gustan también de terrenos planos y extensos, con exposición solar directa o semi directa.
Además, dentro de esta línea, nos encontramos también con la Acaena Alpina, que crece sobre los 1000 metros y que se ve más o menos así:

O la conocida también como amor seco:

Pese a que hicimos una ardua investigación para ir más allá de lo molestas que pueden ser y, considerando que son parte del ecosistema, no encontramos razón más loable para quererlas, o quizás al menos, respetarlas, que el hecho de que sean tan resistentes y dispuestas a darlo todo para seguir reproduciéndose y existiendo. Naturaleza andina en su máxima expresión.
Quizás, todos deberíamos ser un poco más abrojos, resilientes, resistentes y buenos pa andar en el cerro.
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¿Qué senderos has visitado en los que has encontrado abrojos en tus zapatos?